Seguimos profundizando más a base del versículo en Juan 3:30. La semana pasada nos enfocamos en estudiar a groso modo el verso entero, pero esta semana nos centraremos en otro ángulo.
Cuando desglozamos el verso, nos percatamos que Juan enfatiza el hecho de lo "necesario". Si lees el capitulo 3 entero te fijaras que la palabra necesario o deber se repite en varias ocasiones. Según el comentarista ...W. Wiersbe, la palabra es usada de tres maneras distintas & significativas: lo "necesario" del pecador (Jn 3: 7), el "deber" del Salvador (Jn 3:14) y el "deber" del siervo (Jn 3:30). Al reconocer que somos pecadores en necesidad de un Salvador, es nuestro deber permitir que el Espiritu Santo nos transforme de manera tal que nuestro "yo" desaparezca por completo y salga cada uno de los elementos que forman parte del fruto del espiritu (gal. 5:22-23). ¿Pero como es esto posible si no somos reales con nuestra relacion intima con Dios? Si nos conformamos con solo darle un dia a la semana o acudimos a él en momentos duros y no diariamente, ¿cómo crecerá Cristo en nosotros? La definicion de un siervo es ser "una persona sometida totalmente a la autoridad de otra" (w.r). ¿Realmente cumplimos con el deber necesario de someternos totalmente a Quién decimos es nuestro Señor y Amo: Cristo? Juan el bautista recalcó una y otra vez que su deber era proclamar y enaltecer al Mesías, quien era más grande, más poderoso y más digno que él en todos los aspectos. Nuestro deber como creyentes es exactamente el mismo hoy día. Cristo debe y es necesario que sea proclamado y enaltecido a través de cada paso que tomes en tu vida para mostrar solo Su grandesa, poder y amor a todos los que te rodean.
Pero el primer paso es que tienes que ser más real en tu relacion con Dios y dejar de fingir tanta hipocrecía por que al final como quiera ya Dios sabe la mentira que andas tratando de vivir. Fingimos cada vez que nos proyectamos bien bíblicos de una manera en las redes pero en la vida real nada se ve. Fingimos cada vez que decidimos odiar a nuestro prójimo. Fingimos cada vez que en el trabajo somos una persona pero en la iglesia somos otras. Fingimos cada vez que justificamos lo que ya sabemos es pecado ante Dios. Fingimos cada vez que decidimos dejar para mañana el pasar tiempo con Dios por alguna excusa autocompasiva. El orgullo es la raíz de todo fongir. Es necesario que dejes que Cristo por medio de su espiritu arranque de raíz toda máscara de falsedad para que Él crezca y tú mengües. Luego del estudio de esta semana te reto a que verdaderamente tomes tu relacion con Dios en serio de una vez y por todas.
